lunes, 29 de noviembre de 2010

Día 5: Galilea y Nazareth

La verdad es que los platos fuertes ya habían pasado, lo que restaba por ver (al menos para mí) era más light, pero no por ello me planteé el día de mala gana, en absoluto.

El puerto en el que nos encontrábamos esa mañana estaba situado justo al lado del Monte Carmel (que no me quedó claro lo que pasó allí) y la verdad es que la zona era bonita.

Llegamos al autobús, donde nos recibió la guía. Esa mujer podría tener 120 años perfectamente, yo pensé que eso sería bueno porque tendría experiencia. Justo antes de arrancar el bus, pues lo típico, nos contó en un idioma raro y ahí ya le ví yo a la mujer movilidad reducida.

Y llegó la primera odisea del día: salir del puerto. Claro, ahora te das cuenta de que eso fue el aperitivo. Pues así resumidamente nos costó cuatro intentos por cuatro sitios distintos.

De camino a Nazareth, que era la primera parada, la verdad es que la mujer se lo curró, nos estuvo contando muchas cosas sobre la economía y cultura del país, lo malo era que no la entendíamos nada porque hablaba sudamericano con un acentazo francés increíble, eso añadiendo palabras que se inventaba la mujer, que gracias a la intuición y al contexto averiguamos el significado.

Ejemplo:

En el “villaje” se cultivan “nagajasalgededor de la “sinagoja”.

Bien, llegamos a Nazareth, donde nos llevan a ver la iglesia de La Anunciación. Antes de bajar del bus nos advierte la mujer de lo caluroso del día y de la probabilidad de deshidratación y todo el rollo de la falta de agua del país y patatín patatán.

A la salida de la iglesia, mientras esperamos a que lleguen todas las personas del grupo, la guía entabla conversación con alguno de nosotros, y continúa con el tema de la sequía, y para ilustrarnos aún más, nos comenta que en Israel solo disponen de seis cubos de agua por hogar y día, que había que ahorrar mucha agua y que ella, por ejemplo, se lavaba sólo una vez al mes.

Oh, my God!!! Y la colega se quedó más ancha que larga!!! Hija mía, no digas eso donde nadie te oiga… Lo peor es que le hice un repaso de arriba abajo y me lo creí.

Bien, después de ese shock, pude llegar al bus y sentarme en mi sitio, como siempre, de los últimos asientos, nos volvió a contar la guía:

- …, y  cincuenta y tantos. Oh! Pues hay dos personas más que cuando salimos del puerto…  (se quedó dos segundos pensando) Bah! Vámonos!

Si señores, o se infiltraron dos más en la excursión, o no nos contó bien la primera vez, o lo que sea, pero tampoco le importó mucho.

En fin, que con polizones o no, continuamos nuestro camino hacia El Río Jordán, que es precioso y maravilloso y tiene una zona especial para el bautismo, que me recordó a los boxer de la F1, no se por qué.


Entiendo lo de la prohibición de no darle de comer hamburguesas a los peces, porque ahí había cada bicharraco de grande, que me daba un asquillo…

De ahí nos llevaron a comer a un kibutz (no sin antes volver a contarnos, había uno menos; lo que ya no sé, es si era uno menos contando a los posibles polizones o del número de turistas que salimos del puerto), que para que se entienda es algo parecido a una comuna hippie, donde todos viven en comunidad, y viven de lo que cultivan y eso, pero sin el rollo del amor libre, allí cada mochuelo a su olivo. Es típico de la zona.

En la comida una señora confundió a Sergio con un bailarín de “Mira Quién Baila” y estaba la mujer ya sacando la cámara de fotos y buscando un papel y un boli para el autógrafo. La gente lo flipa.

A partir de aquí yo no sé qué pasó, no sé si sería la digestión, el calor, el cansancio, o todo un poco, pero yo sólo recuerdo una sucesión de iglesias, recorrido en bus, con un calor bastante importante, sin enterarnos de nada de lo que decía la guía, solo repetía la palabra “sinagoja”, que íbamos a ver una “sinagoja”…

Que si aquí Cristo perdió la chancla, que si aquí fue donde pegó la ultima voz, que si aquí donde perdió el mechero… En serio, todo eso es una bola en mi cabeza imposible de ordenar, y creo que no es a mí a la única que le pasa. 

Hasta que por fin llegamos a la famosísima “sinagoja” y ahí la mujer con mucha ilusión nos sentó a todos en dos escalones, se puso enfrente, parecía que nos iba a contar una gran historia… Y seguramente lo sería, pero es que NADIE se enteró de nada, nos empezamos a mirar los unos a los otros con caras de “tú, te enteras?”, todo el grupo con cara de circunstancia y la mujer, dándolo todo, pero lo dió todo literalmente porque le dio un ataque de tos… Dios mío!  Y no podía parar, y ya se empezaban a sentir risas ahogadas, y yo las estaba aguantando bien, hasta el momento en el que alguien por detrás de nosotros dijo por lo bajini:

- No, si encima te morirás hoy…

Ay Dios, qué risa!! He de decir que no murió, un alma caritativa le dió un caramelo salvador.

Afortunadamente esa era la última visita del día, no sin antes llevarnos a un lugar donde se tallaban diamantes, que por lo visto es una de las principales actividades que aportan alegría al PIB del país. Vale, pues nos llevaron a una joyería enorme donde lo más barato que vió Pon costaba 20.000€.

Como yo no tenía intención ni de mirar las joyas, pues vi una silla y me senté a esperar a la gente, y esperé y esperé y Pon se vino conmigo y seguimos esperando, hasta que un hombre de nuestro grupo, se hartó y por iniciativa propia, nos dirigió hacia el autobús. Y ahí estábamos todos, cincuenta y tantas personas (persona arriba, persona abajo) esperando sentados en el autobús. Un minuto, cinco minutos, quince minutos, yo me dormí profundamente y medio me desperté cuando se empezó a debatir en el bus si era conveniente o no ir a buscar a la guía, finalmente fueron dos hombres a buscar a la mujer, que por lo visto se hallaba sola, en mitad de la joyería mirando a todos los lados, buscándonos con la mirada.

Sí señores, la pobre mujer se había perdido. Os podéis imaginar la ovación cuando esa mujer entró en el autobús, menudo cachondeo, y ya la gente se fue creciendo y empezaron a contar chistes verdes malísimos. Tuvimos un viaje de vuelta al barco entretenido.

Claro, un día así pasa factura, y en el momento en el que nos vimos en el barco, nos dimos cuenta de que estábamos psicológicamente destrozados. ¿Qué hicimos? Pues lo  mismo que el día anterior, bikinis, piscina y cócteles, pero con muchas más ansias.

Bebimos más, bebimos mucho más, yo es que no llegué ni a meterme en la piscina, cuando quise acordar, ya no podía. Borrachos, esa es la palabra, no hay por qué suavizar algo que se ve claro. Porque el barco se estaba moviendo, Maite, y no es que estuviera girando sobre un punto con la casualidad que tu estuvieras en ese punto, todos estábamos a tu lado y con más o menos dificultad, nos dábamos cuenta de que el barco efectivamente, estaba en marcha. Menuda talega.
Entre tanto, decidimos que sería conveniente ir a los camerinos a ducharnos y arreglarnos para ir a cenar. Hicimos lo que pudimos. Cuando llegamos a los camerinos, allí estaba Jorge, esperándonos como siempre por si necesitábamos algo.

- Como les fue!?
- Bien, bien, jajajajajaja
- Van a entrar arreglarse y eso?

Entonces, Pon pensó inteligentemente, y se dió cuenta de que no había muchas garantías de que pudiésemos salir de la habitación en el estado en el que nos encontrábamos y claro, después de arreglarnos, mientras cenábamos, Jorge siempre nos volvía a hacer la habitación.

- Jorge, mira, te damos la tarde libre
- Ah! Como!?
- Mira, si, no ves cómo estamos? Es que no sabemos si vamos a poder ir a cenar.

Pero sí pudimos, después de arreglarnos comenzó la fase “Pon deja en ridículo a Pin”

La verdad, no recuerdo la ropa que me puse para ir a cenar, lo que si sé es que a Pon no le parecía bien, y ya cuando nos íbamos, empezó a decirle a Maite que mira qué cateta era su novia, (los borrachos siempre dicen la verdad) y tuve que volver a cambiarme, y yo, muy inteligente también, me puse una camiseta larga a modo de minivestido.

No llegamos a tiempo para cenar en el restaurante, nos tuvimos que ir al buffet, donde está la escoria del crucero, los cuatro borrachos como nosotros o la gente que prefiere comerse una pizza a un chuletón de primera.

Y allí empezó el “festival del humor”: nos atendió una camarera muy simpática y agradable, pero era rrrrrrrusa, y Pon empezó a hablarle con las “r” muy marrrrrrrcadas y a mi me estaba dando una vergüenza… Pero no podía parar de reírme, así que puse tierra de por medio y me fui a la barra a coger la cena. Lo malo es que Pon me siguió, y cuando volví, pues puse mi plato en la mesa y fui a sentarme en mi silla.

Silla que no estaba porque Pon, muy gracioso, había quitado justo un segundo antes de que yo echase todo el peso de mi cuerpo para atrás, segura de que mi silla estaba ahí.

Dí un culetazo en el suelo impresionante, me quedé con las patas p’arriba, y la camiseta que había usado de mini vestido un poco más arriba de su sitio.

Entre la borrachera, el shock y la risa floja que les dió a todos y a mi (a mi me dió menos, pero me dió), me quedé unos segundos ahí tirá, como la típica alemana borracha en mitad del paseo marítimo de cualquier playa de la Costa del Sol.

Dios mío qué espectáculo, los camareros que rondaban por allí se dieron la vuelta y nos dejaron sólos.

Yo me enfadé un poquito con Pon, la verdad, es que le encanta ponerme en ridículo, ea. Inmortalizamos esa inolvidable cena con la siguiente foto, en la que intento mostrar mi malestar.


Después de ésto, para seguir contando la noche he tenido que documentarme fotográficamente porque no me acordaba muy bien, pero fuimos a la discoteca donde había un concurso de la mujer más guapa, que ganó la típica Mari de Móstotes feísima. Después como siempre lo dimos todo en la pista de baile hasta que a mi se me gastó la pila.

Venga, que ya solo me quedan contar los últimos 3 días, que no van a ser tan larguísimos como estos.

2 comentarios:

  1. te ha faltado comentar que Jorge te pilló de rodillas mirando por la rendija de la puerta de mi habitación...o eso fue el día de antes? joder, que pedal! jajaja

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  2. en mi defensa he de decirrrr que yo no rrrrrecuerrrrdo serrrr el que se rrrrrio de la camarrrrrerrrrra rrrrrrrusa, perrrro mi memoria no es muy fiable porrrrrrque llevaba un ciego interrrresante

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