martes, 21 de diciembre de 2010

Día 7: Marmaris


Por lo visto, la noche anterior también lo dimos todo y nos lo pasamos muy bien, según las fotos.

Bien, nos despertamos, y como siempre, nos fuimos a desayunar, y por allí, vagando por el buffet, veía que fuera en cubierta, había un pelotón de gente echando fotos como locos y pensé: “qué habrá ahí? Bueno, primero voy a coger algo para comer y luego salgo”.

Claro ejemplo de que tal y como hablamos durante el viaje, la pirámide de Maslow en un crucero está totalmente cubierta, pero, claro, la comida está en la base, y luego ya vendrá lo demás.


Y en esto, me encuentro a Pon, que los que lo conozcáis, sabéis que él cuando se va de viaje invierte la pirámide, y me dice:

- ¿Has visto la maravilla de lugar donde estamos?
- Pues mira no, pretendía coger algo para comer antes.

Pero claro ya a una le despierta la curiosidad y salí. Oooohhhhh!!!!!!! PERO QUÉ SITIOOO!!!!!!!

Maravilloso, precioso, espectacular. De verdad un lugar muy bonito, una bahía entre frondosas montañas que emergían del mar.  Y claro, desayunas en cubierta, con toda esa belleza rodeándote, pues normal que te quedes pillá observando los lugares que el mundo te ofrece, y en éstos pensamientos estaba yo, cuando Steve, nuestro camarero de por las noches que estaba también con el desayuno, me vió, y a saber el careto que tendría yo, porque se acercó y me dijo:

- Es bonito, ah?!
- La verdad es que es impresionante.
- Estas cosas te hacen pensar, habéis viajado a Colombia??
- No.
- Yo es que soy de allí, y cuando está el avión llegando, sobrevuela una zona de siembra, y ves todo verde, los distintos tonos del mismo color y es precioso.

Y se volvió para mirar al horizonte, y nos volvimos a quedar los tres pillaos, cada uno pensando en sus cosas.

Después de desayunar, Pon se volvió loco echando fotos, hasta que llegó la hora de bajar del barco y ver el pueblecito a pie de calle.

La verdad es que es un pueblo muy muy bonito, también muy preparado para el turismo.



Así para que se entienda, es algo parecido a un Marbella. Nos dijeron que había un mercado buenísimo de falsificaciones, de todo tipo, y Pon tenía un objetivo claro: La camiseta de la selección española con su estrellita, por supuesto.

A parte de los objetivos que cada uno se marcó solico en su casa, disponíamos para gastar 35€ en moneda turca, es que vimos un cajero de ING, y no nos pudimos resistir, nos dimos cuenta cuando los billetes salieron por la rendija, qué cagada.

Yo, ahora, a toro pasado, voy a dar mi opinión más sincera: tenemos muy poco sentido común. A ver, entramos a una tienda preguntando por la dichosa camiseta de España, nos atienden dos turcos típicos jóvenes, nos la enseñan, se la prueban los interesados, muy bien. Llega la hora del regateo.

        Puede que sean unos delincuentes porque hacen falsificaciones, pero esa gente es profesional = no los vas a engañar.
        Creo que de allí, la persona que más veces habrá ido al mercadillo sería yo, seguro, así que práctica en el regateo = 0 (no valen las compras por ebay)
        Nos habíamos visto??!! En serio; los cuatro niñatos que venían del crucero (todo el pueblo sabía que veníamos del crucero) con nuestras mochilitas, nuestras gafitas de sol y CON DOS CAMARAS DE FOTOS COLGANDO DEL PESCUEZO COMO DOS DEMONIOS!!!!!

Pues el turco pensaba que éramos ricos, y ni mucho menos te iba a vender la camiseta por 10€!!!!

Así que nos fuimos sin camiseta. Y estuvimos comprando otras cosillas en otras tiendas, hasta que volvimos a ver otra camiseta de España y entramos a preguntar. Esta vez si llegamos a un acuerdo, y nos llevamos la camiseta, e incluso, yo creo que algo más.

Tu te vas a llevar la camiseta por 7€, pero le voy a echar una maldición turca a la camiseta que te vas a cagar

Yo creo que eso fue lo que pensó el tío, porque para dos veces que el pobre Pon se la ha puesto…

En fin, que con todas las compras hechas seguimos dándole una vuelta al pueblo, buscando una torre de un minarete que habíamos visto por ahí y que no encontrábamos, y que si era por aquí, que si el mapa dice que estará por allá… Total, que tras mucho andar y subir una cuesta enorme, resulta que era la mezquita del barrio. Y allí nos sentamos los cuatro, en silencio, mirando al infinito, hasta que sentí en mi cuerpo una sensación que llevaba días sin notar: era hambre.

- Tengo un poquillo de hambre.
- Si
- Yo también
- Y yo…
- Vámonos!!! Dijimos a la vez.

Llegamos al barco y comimos como osos (como siempre), ése fue el día de la hamburguesa, Dios qué ansias, de camino al barco, yo iba pensando en que me apetecía una hamburguesa, pero no había visto a nadie comer hamburguesa en el barco, y pensé que no habría, pero me resultaba raro, porque es que en el barco para comer había de todo!! Y se lo dije a Pon, que me apetecía una hamburguesa grasienta con un montón de cosas entre el pan y la carne.

Pues bien señores, como iba diciendo, llegamos al barco, al buffet y Oh Dios mío qué ven mis ojos!!!!!!! Una tía se estaba comiendo un hamburguesón!!!!!! Encontré el lugar, estaba fuera del buffet, llame a Pon que ya llevaba el plato a reventar de comida, me volví CRAZY CRAZY.

Me la comí con ansia viva, y creo que por eso, me sentó mal. Y justo después de comer, el barco zarpó y ese espectáculo no nos lo podíamos perder.

Estábamos todos los pasajeros en las barandas, viendo el paisaje, las pequeñas embarcaciones desde las que la gente nos saludaba, el grupo de animación trabajando, los músicos tocando, estuvo muy bien, la verdad.

Y después de eso, como siempre, siesta; peeeeero, esta vez sí hicimos algo reseñable por la noche. Era la última noche, y a las 00:00h sería el cumpleaños de Pon, así que Maite pidió que al finalizar la cena, nuestros camareros le dieran una sorpresa y le llevasen una mini-tarta con una vela para que soplase. Al principio, cuando Matías (nuestro mettre que era un fenómeno, ay lo que nos reímos con él) se acercó a Pon, este se acojonó, pero luego le hizo mucha ilusión y todos cantamos a pleno pulmón el cumpleaños feliz.

Más tarde, después de cenar, la magia del Mediterráneo y  la ayuda inestimable de Pon, que ya sabemos todos que habla mucho, obraron el milagro: surgió el amor.


Como en las películas de Antena 3 de sobremesa de los sábados, cuando los niños se van de campamento un mes y se declaran la última noche, igualito.

Pues en esto que después de la actuación, estábamos hablando con Evens,  jefe y miembro de los grupos que tocaban en el barco. Dialogábamos sobre los años que cumplía Pon, y así pues surgió la conversación de las edades, de que él tenía 40 años y la verdad es que no los aparentaba. Entonces nos explicó que a los negros no se les nota la edad hasta los 60 y que a partir de 60 envejecen rápidamente (Evens es más negro que el tizón). Y claro, ya empezamos a preguntarnos los unos a los otros: y tú cuantos años tienes???

Y la pregunta llegó a Olga, la amiga de Wendy. Olga es una chica muy callada, muy formal, muy prudente que no quería desvelar su edad, pero claro, todos insistimos, hasta que la pobre muchacha tuvo que decir que tenía 35. Y de repente, saltó Pon:

- Anda, pues tampoco os lleváis Evens y tú tantos años, hacéis buena pareja, jajajajaja!!!!!!

Silencio sepulcral y miradas penetrantes el uno al otro. A mi me dió vergüenza, ajena (por ellos), y propia (por Pon).

Y la verdad es que yo no lo entiendo, una semana metidos allí, dándolo todo en la discoteca todas las noches, Evens allí con nosotros casi todos los días y nada. Y ahora resulta que Pon suelta una de las suyas, y surge el amor!!!

En fin, que estuvieron toda la noche bailando agarraditos salsa, merengue y de todo, apartados del mundo, hasta que Wendy le pidió a Olga la tarjeta del camarote para irse ya a dormir y va la tonta y se va con ella. Pero cuándo va a pillar esa muchacha a un negro!!!

En fin, la gente sabrá.

Y así nos fuimos a dormir, tardísimo, pero ya daba igual, solo quedaba medio día en Atenas.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Día 6: Limassol

Pues que contar de Chipre? Yo creo a Pon, que me dice que la isla es muy bonita, pero fuimos a un sitio que no valía la pena, así que después de andar media hora para llegar al centro, una vez allí paramos el primer taxi que vimos y le dijimos al taxista que nos llevase a una playa cercana al puerto. Le pedimos que nos recogiese a las 1 menos cuarto de la tarde, porque el barco se iba a las 1:30 pero el taxista no podía porque tenía que llevar a su chiquillo a tenis, pero que él mandaba a un amiguete a recogernos, que vendría en un Fiat blanco.

Y pasamos la mañana por allí tirados, yo estaba enfadadísima con Pon por haberme tirado por los suelos la noche anterior así que estuve toda la mañana sin hablarle, y como me aburría, pues me puse a recrear las pirámides y la efigie en la arena, como los niños chicos, pero me quedó bien.


Y así transcurrió el rato hasta que fueron las 12:30 que ya nos fuimos al punto de encuentro con el amiguete del taxista. 12:30, 12:45, 12:50… ummm…… encontramos a otro taxista, y le dijimos que nos llevase, a lo que nos respondió que tenía que hacer otra carrera y que después vendría a por nosotros.

Vale, pues llegaron las 1 y allí a lo lejos veíamos nuestro barco y nos estábamos empezando a desesperar porque ni el tato venía a por nosotros, así que Maite a las 1:05 determinó que deberíamos empezar a andar en dirección al barco. Explicó que la playa estaba cerca del puerto pero no en dirección de la civilización, sino al contrario, la ciudad terminaba en el puerto, del que salía una carreterucha paralela al mar y luego ya era playa, sin más vida que un chiringuito.
Total, que estimamos que si empezábamos a andar rapidillo, llegaríamos a tiempo, así que Sergio, Maite y yo comenzamos la marcha, Pon se quedó en el punto de encuentro por si alguno de los dos taxistas venían. Y llegó un momento en el que yo miraba para atrás y veía a Pon demasiado lejos, y empecé a pensar que ya debería ponerse en camino, o sería él, el que se quedaría en tierra.

Y en esto que llevando ya un poquillo andado, veo a Sergio que echa a correr como alma que lleva el diablo, me fijo para ver que pasa… Oh dios mío, un taxi!! Era el dichoso amigo del taxista que nos llevó, que nos estaba esperando en otro sitio! Para eso eran ya las 1:10, demasiado había esperado el hombre, la verdad. Le hice señas a Pon, que el pobre corrió un montón. En el mismo momento en el que puse mi culo en el asiento del taxi, me sentí a salvo porque me estaba viendo abandonada en el sitio más feo que habíamos visitado de todo el crucero! Pero ahora que lo pienso (excepto Atenas, claro) era el más europeo.

Bien, pues conforme iba pasando el tiempo, el alivio que sentí al montarme en el taxi se fue convirtiendo en pavor, porque todos (excepto Pon, que sabía que no llegábamos andando) nos dimos cuenta de que el barco estaba mucho más lejos de lo que parecía y que ni de coña hubiéramos llegado a tiempo andando.

Prometo que me dieron ganas de besar la moqueta del barco cuando entré.

A estas alturas, la verdad es que no me acuerdo de lo que hicimos esa tarde en el barco, pero me da a mí que nos pegamos un siestón digno de recordar (aunque no lo recuerdo), que ya se iban notando los días en el cuerpo.

Ya solo me quedan dos dias!